28 de julio, 2014
Tras despedir a medianoche a
nuestros compañeros de “finde aventurero” y quedarnos “sin los niños”, Gorka y
yo afrontábamos un par de días más en la zona con la intención de descender Lapazosa;
asunto pendiente desde la última incursión pirenaica.
Amanecía triste en Ordesa y el
desayuno venía acompañado de una tormenta…vaya plan. La meteo anunciaba cierta estabilidad
hasta el mediodía aunque por los valles ya se sabe. Decidimos continuar con el
plan y acercarnos a Bujaruelo para evaluar el cielo “in situ”, lluvia racheada
durante el viaje. Color gris de varios tonos, los oscuros en este caso no
gustan, y menos para afrontar un barranco de las características de Lapazosa.
La mañana es algo más que fresca,
nos vestimos y decidimos aproximar y evaluar desde arriba. El camino no está
encharcado por lo que no parece que haya llovido en las horas previas. A los
pocos minutos de pisar el GR comienza a caer algo de agua, luego un poco más, y
luego el cielo brama un poquillo y llueve algo más…nos miramos, no hay
palabras, continuamos hacia arriba. Adelantamos a varios montañeros que
ascienden hacia el Puerto de Bujaruelo por este bonito camino (pena de torres
eléctricas que hacen llorar al niño Jesus).
Nos desviamos del camino cuando
estamos cerca del cauce para asomarnos y evaluar, no lo conocemos pero no
parece ir demasiado fuerte.
No se habla mucho, se nota la
tensión. Ya en el cauce nos planteamos que hacer. El cielo no pinta demasiado
bien, aunque las nubes son altas. Miramos bien el croquis y vemos que tras los
4 primeros rapeles existe un escape. Decidimos equiparnos, yo con ganas ya que
al parar y con viento norte mañanero tengo frio. Comienza a llover y se oyen
frases míticas como “no hay ninguna necesidad…”, “ya que estamos aquí, yo
entraría y si comienza a caer nos salimos…” Llueve fuerte y truena de nuevo.
Decidimos esperar a ver como evoluciona la cosa. Hasta ahora son chaparrones de
nos más de 10-15 minutos; me pongo el gorro del neopreno. Ahora prácticamente
sólo oigo el golpear del agua en mi coquito mientras estoy sentado dentro del
cauce mirando hacia el valle de Otal.
Finalmente comenzamos a descender
el barranco, muy centrados, muy callados y muy pendientes del cielo. Hay
tensión en el ambiente.
Es nuestra primera vez en el
barranco y hacemos caso de las instrucciones de cara a saltos y demás de Alain
(guía de Torla). Vamos rápido. El caudal va normal (más tarde nos dijeron que
normal tirando a algo más).
Llegamos al escape, a ratos nos
ha llovido pero ya dentro del agua no te enteras si no es que es un chaparrón
lo que cae.
Decidimos continuar, sin parar
para fotos ni contemplaciones. A partir de ahora la cosa se encajona y no hay
escape fácil, por no decir: no hay ningún escape.
El barranco es muy bonito, esta
super bien formado y es muy vertical. La actividad es continua, casi todos los
rapeles se pueden saltar, aunque algunos al no verlo claro, no perdemos tiempo
y ponemos la cuerda.
Desluce el cielo gris y la
tensión no deja disfrutarlo todo lo que se merece. Tras superar la zona más
estrecha el barranco se abre. Deja de ser tan alpino, y seguimos por una parte
con bosque a los lados, muy bonito y a su vez un seguro de vida en caso de
tener que salir. Llegados al caos comienza a verse algo de azul en los cielos.
Nos relajamos, hasta paro para hacer “pis” (ese pis que se hace antes de
enfundarse el traje, pero que esta vez no he hecho).
Nuestras caras cambian y comentamos el descenso. Comentar que algunas reuniones tenían un solo anclaje, y que en un par de ocasiones hay que trepar para alcanzarlas (cuidado).
Nuestras caras cambian y comentamos el descenso. Comentar que algunas reuniones tenían un solo anclaje, y que en un par de ocasiones hay que trepar para alcanzarlas (cuidado).
Tras el rapel desde el árbol a
nuestra izquierda se intuye la inminente llegada a la gran rampa. Las vistas
son muy bonitas, el cielo se abre algo más, asi que a seguir tranquilos. Como
su nombre bien indica, se trata de una rampa y si es grande. Aunque impresiona
mucho más la cabecera del Sorrosal. Aquí podemos instalar mucho más comodos.
De hecho en un principio no nos
parecía tan alta. Aunque una vez en la repisa intermedia (tras 35 m) si que ves
que lo es.
Se desciende sin problemas. Una
vez abajo y ya disfrutando de ambiente “normal”
nos echamos unas selfies de esas, siempre llamadas autofotos…pero bueno.
Nos quedan 2 rapeles, en el que
ahora toca nos habían comentado se podía hacer tobogán hasta la mitad, luego el
mismo te escupe al aire hasta la poza. Es bastante alto y llevaba caudal
alegre, se nos hace difícil evaluar desde donde exactamente debemos soltarnos.
Al final nos apañamos y lo realizamos. Hay una beta en la roca a mitad de
rapel, por ahí nos soltamos la cuerda y ala tobogaaaaaannn.
Sólo nos queda el último rapel de
poco más de 10 metros y caminar por el cauce hasta salir al puente metálico.
Lapazosa descencido, con tensión
hasta la mitad por la meteo. Es un barranco imprescindible. Pero he de volver
para disfrutarlo como se merece.